TIEMPO CUARESMAL

Por Francisco Morales.

Abarca desde el Miércoles de Ceniza hasta el día de Jueves Santo a la media noche.

Miércoles de Ceniza

"Hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás." (Gén 3,19)

Estamos en el tiempo de reconocer que no somos nada, puesto que fuimos formados de lo que hay abajo, del polvo. No podemos escapar de retornar a nuestro origen ya que en realidad somos un puñado de polvo en ésta tierra. Por lo que, desde nuestra realidad tenemos que pedir, suplicar a nuestro Creador su misericordia, para seguir habitando este mundo, que es engañoso cuando nos está produciendo algún bienestar y seguridad.

"Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahvéh vuestro Dios, porque él es clemente y compasivo, tardo a la cólera, rico en amor, y se ablanda ante la desgracia. " (Jl 2, 13)

No dudemos, que es tiempo de pedir la asistencia a Dios para que nos conduzca por el desierto de la vida; que nos vaya educando, orientando, para que nuestra vida sea más sencilla y humilde, esto le agrada a Dios, que nos dejemos conducir , porque sin Él no pretendamos ir más allá del insignificante montón de polvo. Además, la simpleza nos hace personas pacíficas, justas y solidarias con los necesitados.

Los cristianos debemos vestirnos de sayal y cubrirnos de ceniza, en este tiempo, es decir, arrepentirnos de nuestros pecados y convertir nuestra vida desordenada y pecaminosa. El uso litúrgico de las cenizas, se originaron en tiempos del Antiguo Testamento. Las cenizas simbolizaban luto, mortalidad y penitencia.

Mardoqueo se vistió de sayal y se cubrieron de cenizas él y Ester, en súplica a Dios, para que el rey Asuero no exterminara a los judíos de las provincias que habitaban (Est 4,1.17a y17z). Job se retracta y se arrepiente tomando en su aflicción la condición del polvo y de la ceniza. (Jb 42,6). También el profeta Daniel implora a Dios con súplicas, oraciones, ayuno, sayal y cenizas (Dan 9,3). El pueblo ninivita, después de la predicación de Jonás, proclamó un ayuno y todos se vistieron de sayal, incluyendo al rey, quien además se levantó de su trono y se sentó sobre cenizas (Jon 3, 5-6).

Jesús hizo mención, que si las ciudades de Corazín y Betsaida se hubieran vestido con sayal y cubierto de ceniza, se habrían convertido a Dios, pero no fue así. (Mt 11, 21). La Iglesia ha utilizado la ceniza para dar inicio al tiempo penitencial de la Cuaresma, para que hagamos memoria de nuestra condición mortal y de lamentar nuestros pecados. El sacerdote bendice a los fieles e impone la ceniza en la frente de los cristianos católicos, haciendo la señal de la cruz y diciendo las palabras: "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás", o "Convertíos y creed en el Evangelio".

La Cuaresma es el tiempo de preparación para la Pascua de la Resurrección de Jesús, de lamentación y hacer penitencia por nuestros pecados. Volver a los caminos del Señor y tener siempre presente, que él sufrió y resucitó para nuestra salvación. Renovar las promesas bautismales, renunciando al pecado y la aceptación del Reino de Dios aquí y en la eternidad.

La Iglesia, ha continuado con la práctica al usar cenizas con el mismo simbolismo de arrepentimiento. Tertuliano (160- 220 d. C.), en su libro De Poenitentia, prescribió que un penitente debería "vivir sin alegría en tela de saco áspera y cenizas". El historiador de la Iglesia, Eusebio (260- 340 d.C.), relata en su libro “La Historia de la Iglesia”, de como un apóstata de nombre Natalis se presentó con vestimenta de saco y con cenizas ante el Papa Ceferino, para suplicar el perdón. Se sabe que en determinado momento existió una práctica que tenía al sacerdote echando cenizas sobre la cabeza de quien tenían que hacer penitencia pública. Se echaban las cenizas al penitente al salir del confesionario

En la época medieval, en el siglo VIII, aquellas personas que estaban por morir eran acostadas en el piso sobre una tela de saco rociada con cenizas. El sacerdote bendecía al moribundo con agua bendita diciéndole: "Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás". Después se le preguntaba al moribundo: "¿Estas conforme con la tela de saco y con las cenizas como testimonio de tu penitencia ante el Señor en el día del juicio?". El moribundo contestaba: "Sí, estoy conforme". El simbolismo de la tela de saco y la de las cenizas servían para representar los sentimientos de aflicción, y arrepentimiento e intención de hacer penitencia por los pecados cometidos contra el Señor y su Iglesia.

Con el pasar del tiempo, el uso de las cenizas se adoptó como señal del comienzo del Tiempo de Cuaresma; el periodo de preparación de cuarenta días (excluyendo los domingos) antes de la Pascua de Resurrección. El ritual para el Día de las Cenizas ya formaba parte del Sacramental Gregoriano. Las primeras ediciones de este sacramental datan del s. VII.

"La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social. Dispuso el Concilio Vaticano II que: "Ha de tenerse como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aún extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo del Domingo de Resurrección, con elevación y apertura de espíritu." (Sacrosanctum Concilium n. 110).

Días de observancia del ayuno y abstinencia penitencial durante el tiempo de Cuaresma:

-Abstinencia: Todos los viernes de Cuaresma a no ser que coincidan con una solemnidad. Debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal.

-Ayuno y Abstinencia: Se práctica el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

La ley eclesiástica obliga a guardar abstinencia a los que hayan cumplido catorce años de edad y a practicar el ayuno, a todos los mayores de edad (18 años), hasta que hayan cumplido 59 años

Primer Domingo de Cuaresma. LAS TENTACIONES DE JESÚS

« No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. » (Mt 4, 4)

« El Señor te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás.» (Sal 90, 4)

"Antes de iniciar su actividad pública, Jesús, llevado por el Espíritu Santo, se retira al desierto durante cuarenta días. El diablo lo pone a prueba, presentándole tres tentaciones comunes en la vida de todo hombre: el atractivo de los bienes materiales, la seducción del poder humano y la presunción de someter a Dios a los propios intereses."

"Las tentaciones de Jesucristo en el desierto se menciona en el inicio de la Cuaresma. La liturgia invita a los creyentes a entrar con Jesús en el desierto y a seguirlo en el típico itinerario penitencial de los cuarenta días.

La penitencia es un regreso humilde y sincero a las fuentes de la fe, rechazando de inmediato la tentación y el pecado, e intensificando la intimidad con el Señor en la oración. En efecto, sólo Cristo puede liberar al hombre de lo que lo hace esclavo del mal y del egoísmo: de la búsqueda ansiosa de los bienes materiales, de la sed de poder y dominio sobre los demás y sobre las cosas, de la ilusión del éxito de la prosperidad fácil, y del frenesí del consumismo y el hedonismo que, en definitiva, perjudican al ser humano."

El desierto de estos cuarenta días aprendamos a afrontar al enemigo de nuestras almas, a la luz de su palabra de salvación... estemos dispuestos a afrontar con valentía la incesante lucha de vencer el mal con el bien Juan (Pablo II, 1998).

Segundo Domingo de Cuaresma, LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS.

«Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadlo» (Mt 17, 5).

« Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro.” Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. »

(Sal 26, 8-9)

"La invitación que el Padre dirige a los discípulos, testigos privilegiados del extraordinario acontecimiento de la transfiguración, resuena de nuevo hoy para nosotros y para toda la Iglesia. Como a san Pedro, Santiago y san Juan, también nosotros estamos invitados a subir al monte Tabor junto con Jesús y a quedar fascinados por el resplandor de su gloria. En el segundo domingo de Cuaresma se contempla a Cristo envuelto en luz, en compañía de los autorizados portavoces del Antiguo Testamento, Moisés y Elías. A él le renovamos nuestra adhesión personal: es el «Hijo amado» del Padre." "Escuchémosle.

Esta apremiante exhortación nos impulsa a intensificar el camino cuaresmal. Es una invitación a dejar que la luz de Cristo ilumine nuestra vida y nos comunique la fuerza para anunciar y testimoniar el Evangelio a nuestros hermanos. Como bien sabemos, es un compromiso que implica a veces muchas dificultades y sufrimientos. También lo subraya san Pablo, al dirigirse a su fiel discípulo Timoteo: «Toma parte en los duros trabajos del Evangelio» (2 Tm 1, 8)."

"La experiencia de la transfiguración de Jesús prepara a los Apóstoles para afrontar los dramáticos acontecimientos del Calvario, presentándoles anticipadamente lo que será la plena y definitiva revelación de la gloria del Maestro en el misterio pascual. Al meditar en esta página evangélica, nos preparamos para revivir también nosotros los acontecimientos decisivos de la muerte y resurrección del Señor, siguiéndolo por el camino de la cruz para llegar a la luz y a la gloria. En efecto «sólo por la pasión podemos llegar con él al triunfo de la resurrección» (Juan Pablo II, 2001).

Tercer domingo de cuaresma. INVITACIÓN A LA PENITENCIA (Lc 13,1-9)

“Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y lleno de amor; no se queja eternamente ni para siempre guarda su rencor; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas” (Sal 102, 8-10)

En este domingo debemos de tomar en cuenta, que los acontecimientos familiares o personales que nos ha sucedido y que han sido hasta lamentables, como lo que les sucedió a los galileos o aquellos que fueron aplastados por la torre de Siloé, esto no es que Dios se ha enseñado contra nosotros, tales han sido los ya ocurridos, como el terremoto en Haití o el reciente de Chile.

Dios no quiere que nadie perezca, porque Él ama al mundo por eso entregó a su único Hijo para que se salve (Jn 3,16-17), por eso insiste que la mejor opción, es la conversión y creencia en Jesús para que nos proteja de los acontecimientos nefastos. Las cosas pasan, si es cierto, pero es que nosotros esperamos a que estos ocurran y no tratamos de hacer algo para enderezar nuestras tortuosas vidas.

Eso tampoco significa que nos llenemos de pavor por lo que está sucediendo a nivel mundial (Mc 13,7-8), pero una cosa si es cierta, los tiempos vendrán dice Jesús y que será el tiempo de nuestra liberación (Lc 21, 25-28), también el tiempo en que no quedará piedra sobre piedra (Lc 19, 44). Entonces, empecemos y preparémonos ya, ¡¡convirtámonos!! y creamos en el Evangelio.

Cuarto Domingo de cuaresma, EL HIJO PRÓDIGO (Lc 15,1-3; 11-32)

La misma Palabra de Dios nos va enseñando que es lo que Él quiere que nosotros hagamos, para no vivir una vida alterada o pesimista. Dios quiere que volvamos a su seno y hace hasta lo imposible para que esto suceda, dándonos una y otra vez oportunidades para que lleguemos a su Reino. Nosotros como siempre actuando con rebeldías y exponiendo nuestras quejas, no queremos aceptar el ofrecimiento que nos hace Dios, por eso pasamos problemas severos y eso a Nuestro Creador le conmueve tanto porque no optamos por nuestra liberación y salvación (Sal 33, 5-7)

El Padre desea nuestro bienestar espiritual y material (Sal 33, 9), tan sólo hay que hacer un poco de esfuerzo para lograrlo, primero, es el de reconocer que somos pecadores, segundo, retornar con vehemencia hacia Él (Sal 33, 11.15). Estas son las condiciones que genera la reconciliación con nuestro buen Padre y hasta hace una gran fiesta cuando alguien decide retornar a su Reino (Lc 15, 7).

Quinto Domingo de cuaresma, LA MUJER ADÚLTERA (Jn 8,1-11)

“El sacrificio a Dios es un espíritu contrito; un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias” (sal 50, 19).

Habrá alguien que quede defraudado por la misericordia de Dios, indudablemente que no, todos tenemos esa gran oportunidad de rectificar nuestra vida, hasta los últimos resultan siendo los primeros y los privilegiados de su Reino.

Jesús dice que las prostitutas y ebrios ya se nos adelantaron, y porque Jesús hace esa afirmación, es debido a que cuando ellos le digan si al Señor, harán las cosas que son agradables a Dios, haciendo un cambio radical por el Reino y su salvación.

Entonces, cuáles son los argumentos para resistir a su misericordia, que más queremos o que es lo que esperamos, aprovechemos esta oferta que Dios nos ofrece, seamos sensatos, inteligentes y diligentes para ya no seguir cometiendo pecados.

No existe pecado alguno que Jesucristo no pueda perdonar, cuando se habla de nuestra condición frágil y débil, excepto el que no queramos aceptar la acción misericordiosa del Espíritu de Dios.

Domingo de Ramos, PASIÓN DE JESUCRISTO (Lc 22, 14-23, 56)

“¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victoriosos, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna (Za 9, 9).

En este día la Iglesia recuerda la entrada triunfal de Jesucristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual. La liturgia de este día expresa por medio de dos ceremonias, una de alegría y otra de tristeza, los dos aspectos del misterio de la Cruz y de la vida de los cristianos.

Se trata primero de la bendición de los fieles y procesión de las palmas o ramos en que todo respira un santo júbilo, el cual nos permite, aún después de veinte siglos, revivir la escena grandiosa de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y el pueblo gritando: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, y el Rey de Israel! (Jn 12, 13)

Luego viene la celebración de la Misa, cuyas lecturas se relacionan exclusivamente con el doloroso recuerdo de la Pasión del Salvador.

Bendición de los Ramos y Procesión.

En Jerusalén, y en el siglo IV, se leía en este domingo, y en el lugar mismo en que se realizó, el relato evangélico que nos ilustra a Jesucristo aclamado por las turbas como rey de Israel, y tomando posesión de la capital de su reino. Y, en efecto, Jerusalén era imagen del reino de la Jerusalén celestial.

Luego, el obispo cabalgando sobre un jumento, iba desde la cima del Monte de los Olivos hasta la Iglesia de la Resurrección, rodeado de la muchedumbre que llevaba en la mano ramos y cantaba himnos y antífonas.

Semejante ceremonia iba precedida de la lectura del paso del Éxodo, relativo a la salida de Egipto. El pueblo de Dios, acampado a la sombra de las palmeras, junto a las doce fuentes en que Moisés les prometió el maná, era figura del pueblo cristiano que corta ramas de palmeras y manifiesta que su Rey, Jesús, viene a liberar las almas del pecado y a conducirlas a las fuentes bautismales para alimentarlas después con el Pan eucarístico.

La iglesia, al adoptar uso tan bello hacia el siglo IX, añadió los ritos de la bendición de cristianos que portaban los Ramos. En esa bendición, la Iglesia implora sobre « los que moran en las habitaciones en que se guardan, la salud del alma y cuerpo ».

Este cortejo de cristianos que, con palmas en la mano y entonando triunfantes hosannas, aclama todos los años en el mundo entero y a través de todas las generaciones la realeza de Jesucristo.

Conservemos religiosamente en nuestras casas uno de los ramos bendecidos y de ser posible, ponerlo en la entrada de nuestras puertas o en un lugar preferencial , para que nos recuerde que con Jesucristo, vamos en pos de la victoria eterna, que afianzará nuestra fe en Jesús vencedor del pecado, del maligno y de la muerte.

Contra opuesto a la entrada triunfal de Jesús, está su Pasión que es el acontecimiento más memorable de su existencia al lado de sus discípulos, que desde el mismo momento que se ofreció como entrega en el vino y en el pan como la nueva alianza

Lunes Santo, LA UNCIÓN EN BETANIA (Jn 12,1-11)

Debemos tener una actitud así como lo hizo María, de ungir a Jesús en éste semana, claro no podemos hacerlo en su cuerpo, empero si lo podemos hacer con nuestro espíritu, con oraciones, súplicas de arrepentimiento y conversión de vida.

Martes Santo, ANUNCIO DE LA TRAICIÓN DE JUDAS (Jn 13, 21-33, 36-38)

Judas Iscariote, es verdad que traicionó a Jesús y lo hizo una sola vez, ahora cuántas veces no hemos traicionado nosotros a Jesús. La gran diferencia es que Judas se arrepintió, pero no tuvo la confianza del perdón del Señor por su traición; nosotros, en cambio tenemos la oportunidad de arrepentirnos y eso sí de la firme convicción del perdón de nuestras faltas, pero sólo se consigue si asistimos al confesionario y pedir que Jesús nos perdone nuestras traiciones por medio del sacerdote.

Miércoles Santo, TRACIÓN DE JUDAS (Mt 26, 14-25)

La conducta de Judas Iscariote no cambió en nada, ya que en su vida pública era un ladrón y tuvo la oportunidad de cambiarla al lado de Jesús, pero como nos pasa a muchos, no cambiamos por nada, ni viendo ni oyendo. Al contrario, llenamos nuestras cuentas bancarias con dinero mal habido, que le hemos quitado el pan a los pobres, nos hemos quedado con el esfuerzo del sudor de los operarios cuando no les pagamos el salario justo, hemos explotado y hemos sido injustos con el más necesitado. El pobre no es por su condición de ser pobre, sino que lo hemos hecho, pues le hemos quitado con engaños lo que le pertenece. No se parece nuestra conducta con la Judas, él vendió al Maestro, imagínense a una persona que no tenía derecho de propiedad sobre él, le pone y le saca una utilidad para su propio beneficio. Por eso Jesús, tuvo razón en decir: “¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!”

Jueves Santo, EL AMOR DE JESÚS AL EXTREMO (Jn 13, 1-15)

Jesús por su gran bondad, antes de la llega la hora de su Pasión, le lavó los pies a sus discípulos y nos dijo que también nosotros debemos lavarnos los pies unos a otros. Ya que el Señor y Maestro nos ha dado el ejemplo, porque no hacerlo nosotros también. Si, a Jesús lo tenemos como nuestro Maestro y el Señor de nuestra vida, sin embargo, no hacemos lo que él nos dice. Hermoso sería que todos nosotros nos laváramos los pies el Jueves Santo, habría mucha regocijo y paz social.

Viernes Santo, PASIÓN DE JESÚS (Jn 18, 1-19, 42)

He aquí el culmen del amor que Dios nos tiene, que envió a su único Hijo, como Salvador del mundo (1 Jn 4,9.14)

Buscan a Jesús en tumulto como a un malhechor o a un desalmado, pero no conforme con esto, lo ataron y lo llevan ante sus acérrimos enemigos, Anás y Caifás. Mientras que el Pedro el discípulo proclamado como basimiento de la futura Iglesia, le niega tres veces al punto de encolerizarse. Luego llevado ante un Pilato, haciendo su papel de político y queriendo ejercer su poder sobre Jesús como autoridad del pueblo, le manda azotar y lo pone bajo el control de sus guardias que hacen de las suyas con él. Queriendo con esto, quedar bien con todos y a la vez con Jesús con benevolencia. Pero como todo gobernante en turno, se lavó las manos queriendo con esto demostrar con esto su inculpabilidad en el caso.